martes, 23 de noviembre de 2010

Formas de inferencias propias de la investigación científica. Reflexiones acerca de su utilización en la investigación cualitativa

Revista N°2 
Ida C. Gorodokin
Docente Responsable de los Espacios Curriculares “Ciencia, Cultura y Educación” y “Métodos y Proyectos de Investigación Educativa” en el Instituto de Formación Docente Continua San Luis. Prof. de “Introducción al Conocimiento Científico” en la E.N.J.P.Pringles - U.N.S.L.
Resumen
Este artículo se propone indagar sobre los aspectos lógico-epistemológicos de los procesos de investigación en lo referente a las clases de inferencia e hipótesis que llevo a cabo cuando investigo. A la vez, estos procesos son enseñados en “Métodos y Proyectos de Investigación Educativa” (primer año de las carrera de Profesorado de Historia, de Ciencia Política y de Inglés, carreras que se dictan actualmente en el I.F.D.C. San Luis). El análisis se enfoca primordialmente en cómo operan estas inferencias en los procesos investigativos propios de las lógicas cualitativas.
Abstract
This article is about the logic dpistemologic aspects of the research process as regardes the types of inferences and hipotesis uses to investigate. Furthermore, these are the processes tought in the subject “Methods and projects of educational research (1st. year, Prof. en Historia; Prof. en Ciencia Politica y Prof. en Inglés, I.F.D.C. S.L., ongoing curses of study). The analysis is mainly based on how these inferences operate in the research processes of the calitative logics.
Introducción
Como todas las prácticas sociales, las investigativas se sustentan en acuerdos de comunidades y matrices disciplinarias, en visiones de la realidad y concepciones de verdad. Implican, por lo tanto, aspectos culturales y ontológicos que determinan los procesos de indagación, ya que lo que definimos como objeto condiciona el proceso y las operaciones que efectuamos para obtener y elaborar información.
Este artículo se propone indagar sobre los aspectos lógico-epistemológicos de los procesos de investigación, en lo referente a las clases de inferencia e hipótesis que llevo a cabo cuando investigo, y que enseño a formular como docente de “Métodos y Proyectos de Investigación Educativa”, inserta en el primer año de las carrera de Profesorado de Historia, de Ciencia Política y de Inglés.
Encuadro las condiciones de realización en las que despliego mis prácticas, en la matriz disciplinaria interpretativa. Empleo y pregono ante mis alumnos los “beneficios” de la aplicación de la investigación naturalista (siguiendo los criterios de clasificación consignados por Guba, E.G. y Lincoln, Y.S., como Pesquisa Naturalista y Racionalista), por lo que mis pre-concepciones y axiomas epistemoló-gicos me orientan a procesos de descubrimiento y justificación quizás poco ortodoxos aunque válidos para la comunidad epistémica de la cual formo parte.
Los procesos de inferencia a través de la historia
Hasta J.B. Vico, lógicos y filósofos de la ciencia encasillaban los procesos de inferencia en los de deducción e inducción, olvidando, según este autor, el proceso de génesis del sujeto de la ciencia (Samaja, 2000), ya que uno de ellos, fundado en el apriorismo, reduce al sujeto a un simple sujeto lógico-matemático, en tanto que el segundo, de base empirista, lo convierte en puro sujeto observante, falto de garantías lógicas en cuanto a la calidad de verdad de sus conclusiones, sólo probables.
Vico sienta las bases para avanzar desde la concepción de producción científica como fruto de un modelo binario (observación- teoría/ deducción-inducción) a otro más complejo, que introduce la dimensión práxica del sujeto, enclavando otra instancia, anterior a las otras dos, desde la no- ciencia.
A partir de este autor los procesos de inferencia realizados por el sujeto cognoscente para producir saberes científicos se enriquecen y complejizan, incorporando la analogía (Vico, Kant, Hegel), la abducción (Peirce, Bateson, Eco), la intuición eidética o formal (Husserl, Merlau-Ponty, Arheim), así como también la abstracción reflexionante, de J.Piaget. El dilema inducción/deducción es superado además gracias a la revalorización de estas inferencias por el constructivismo historicista, que incorpora en sus concepciones la del sujeto histórico, evolutivo, aquél cuyos “estratos formativos constituyen las canteras de metáforas o imágenes de las cuales los hombres extraen sus modelos para reconfigurarlos en hipótesis teóricas y en patrones de observación” (Samaja, 2000).
Clases de inferencia que comúnmente son puestas en juego durante la producción del conocimiento científico
Una vez enunciadas las principales clases de inferencia lógica empleadas durante los procesos de investigación científica, la reflexión sobre los cómo y los porqué de su empleo es orientada por las siguientes cuestiones: ¿Cómo opera cada una de estas clases de inferencia en la producción de conocimiento científico? ¿Qué capacidad de generación de productos novedosos poseen? ¿Cuáles ofrecen alguna clase de garantía respecto de la conclusión, que legitime el nuevo conocimiento? ¿Cuáles son las empleadas fundamentalmente por los métodos cualitativos? Demasiados interrogantes. Procuraré desglosarlos, considerando las diversas clases de inferencia utilizadas para la generación de conocimiento científico, su papel en la generación de hipótesis, y particularidades de su modo de empleo en los métodos cualitativos de investigación.
Podemos decir que, si bien la operación más común y legitimada en la generación de inferencias es la hipotética- deductiva, este rasgo no es excluyente, sino sólo predominante, ya que las otras operaciones de razonamiento están conservadas, a la vez que suprimidas y recreadas en un nuevo producto inferencial. El intelecto induce, deduce, analoga y abduce, en secuencias complejas, en las cuales no es posible identificar un comienzo absoluto. ¿Qué elementos aporta cada una de estas inferencias al proceso total?
La deducción: podemos caracterizar a la inferencia deductiva como aquella cuya forma está dada por la afirmación de una regla (llamada por Aristóteles Premisa Mayor), y un caso correspondiente a dicha regla (Premisa Menor), derivándose al caso particular los rasgos que la regla enuncia para el general, en la conclusión. Se considera que, si la proposición enunciada por la regla es verdadera, y el caso, efectivamente está incluido o participa en dicha regla, la conclusión es apodícticamente verdadera, dado que está garantizada por su forma lógica. Es una inferencia, por lo tanto, de particularización, que va de un saber en general, a su aplicación particular. Deriva, a partir del conocimiento de las determinaciones del conjunto, los elementos de un subconjunto del conjunto inicial.
Resumiendo: dada una regla (R) y un caso (C), puede aseverarse que se da o dará el rasgo (r).
Esta inferencia sólo funciona, por lo tanto, cuando estamos frente a un saber sobre un conjunto, considerado como un agregado de elementos y no como una totalidad relacional y orgánica. Nos permite efectuar predicciones factibles de verificación, por lo que resulta indispensable, para ciertos paradigmas, y gracias a las garantías lógicas que ofrece, para corroborar hipótesis.
Dado que no añade información, sino que corrobora, no origina nuevos conocimientos. Opera, por lo tanto, cuando ya se ha formulado una hipótesis, generada a partir de otras vías lógicas (como la abducción o la analogía), ya que precisa, inevitablemente de otras inferencias previas. En Metodología de la Investigación es aplicada, fundamentalmente, en procesos de investigación de diseño lineal, tendientes a explicar, predecir o describir los fenómenos en sus relaciones invariantes a nivel de causa/efecto; atributos o significados. Permite desprender consecuencias aún no explicitadas de la conjetura del caso, como resultado de la aplicación de la Regla, con vistas a su corroboración.
¿Opera frecuentemente el paradigma interpretativo con esta clase de inferencia? Si tenemos en cuenta que dicha concepción posee como uno de sus axiomas fundamentales la concepción holística de la realidad, considerada como indeterminada, interrelacional, orgánica, compleja, más y menos que la suma de las partes, se infiere que no, siendo su uso limitado. La predicción y la determinación de relaciones causales escapan, en gran medida de la esfera de la investigación naturalista, dado que se las considera, por lo menos, difíciles.
Si pensamos la deducción en un sentido menos estricto, no sólo como inferencia de particularización, sino como aquella en la cual lo afirmado por la conclusión ha sido inferido rigurosamente de la información aportada por las premisas, es factible pensar que la investigación cualitativa efectivamente le asigna un lugar.
Bajo esta concepción, una vez que ha “emergido” el núcleo duro de la teoría, sustentado en una o varias proposiciones de índole teórica, el resto del sistema se articula sobre ella/s, asumidas como verdaderas, infiriendo las restantes afirmaciones deductivamente, casi como desde axiomas que “soportan” el discurso. No se pretende en modo alguno traspasar este plano discursivo, buscando correlatos empíricos individualizables o particularizables, ya que la intención no es precisamente ésta.
No obstante, la conexión interna que guarda el nuevo sistema teórico está formalmente garantizada por el mecanismo deductivo.
La inducción: Como operación lógica va de lo particular a lo universal, transitando de proposiciones que se refieren a un subconjunto de elementos, a proposiciones atinentes al conjunto en su totalidad. El saber de un/unos atributo/s hallados en los elementos de un subconjunto se hace extensivo a la clase total de ese elemento.
Por lo tanto, la conclusión asevera una información no garantizada por las premisas, lo que la lleva más allá de lo conocido. De este modo, aunque la información sea verdadera, la verdad de la conclusión es sólo probable, ya que queda formalmente indeterminada.
Si bien no es factible determinar de manera formal la verdad de esta clase de inferencia, sí lo es el determinar su falsedad. Podemos decir que la inferencia inductiva se transforma en formalmente válida cuando la información de las premisas es falsa, dado que, de esta manera la conclusión resultará apodícticamente falsa también. Esta propiedad fue utilizada, aunque no valorizada ni reconocida abiertamente, por K. Popper como recurso de falsación. Dado que los hombres sólo podemos establecer una relación asintótica con la verdad, la forma de operar confiablemente con los enunciados sería considerarlos a título de hipótesis, válidas en tanto y en cuanto permitan, partiendo de las mismas, deducir proposiciones particulares que refieran a estados empíricamente observables.
Así, la inducción permite refutar una teoría cuando se evidencia la falsedad de alguno de sus enunciados. Funciona, entonces, cuando tenemos la certeza sobre la falsedad de una proposición que enuncia algún rasgo. No es útil para concebir verdades generales, sino sólo para refutarlas. No obstante, no resulta fácil establecer incuestionablemente la falsedad de un enunciado. Puede ocurrir que el investigador no se encuentre ante un caso genuino del objeto particular que estudia, o que no identifique en esa instancia el rasgo o atributo que persigue. Debe disponer por lo menos de una regla de identificación que no se cuestione, y de la observación de por lo menos uno de los atributos buscados. Sólo así es factible el salto inferencial.
Metodológicamente no podemos considerar a la inducción como un punto de partida para la generación de datos científicos. La observación de los fenómenos admite un número infinito de recortes y de generalizaciones, no conteniendo, en su estructura, nada que restrinja o limite esa área de generalización, siendo imposible recorrer inductivamente todas las combinaciones posibles de observables.
De este modo, aunque anteriormente se le atribuía la facultad de generar nuevos conocimientos, esta limitante es decisiva, en cuanto a considerarla como operación base de una búsqueda teórica. La inferencia inductiva no descubre hipótesis, sino que las presupone, puede falsarlas, pero no crearlas.
La investigación cualitativa, por lo pronto, en reglas generales, no pretende trasladar o generalizar las propiedades o rasgos del acontecimiento, a nivel de fenómeno. Utiliza, como todas las operaciones de indagación, en algún momento esta clase de operación, pero por su finalidad no es considerada una acción cognitiva o metodológica de privilegio.
La abducción: Fue también llamada por Ch. Peirce “Inferencia de Hipótesis”. Permite inferir una hipótesis interpretativa de la índole del rasgo identificado, colocándolo en relación con alguna regla que ya se posee. Un resultado se identifica como caso particular perteneciente a una cierta regla.
Mediante esta operación lógica identificamos un cierto resultado, o caso, que se nos presenta como un caso particular perteneciente a una cierta regla. Opera, por lo tanto, de modo inverso a la inducción: se infiere el caso, no la regla. No implica movimientos inferenciales entre lo sabido en cuanto a general ni particular, sino entre el rasgo y el tipo de objeto, tomando como base una regla que permite la relación entre los atributos que constituyen el objeto.
La regla no es una simple afirmación de pertenencia de los elementos al conjunto, sino que en este caso opera como término medio, relacionando el componente de una cierta totalidad con la totalidad misma. El atributo está integrado con los otros que pertenecen a un objeto, conformando un todo orgánico.
La inferencia abductiva permite el paso desde el accidente aislado a la sustancia singular, transitando desde el atributo a la esencia, dada por una configuración de atributos. En este sentido, es posible afirmar que la inferencia abductiva va de la parte al todo del cual se desprende, pero no por generalización, como en la inducción propiamente dicha, sino como un “reconocimiento” del sustrato al que pertenece esa parte, como singular concreto que pertenece por esencia a una especie determinada, pensando esta última como una totalidad relacional, holística, conformada por la misma acción e interacción de los elementos que la constituyen y organizan en una manera determinada, que incorpora su singularidad, unidad de comportamiento e historia.
Esta cualidad del caso es el punto de partida que dará nacimiento a la hipótesis abductiva. A su vez, esta particularidad entronca epistemológicamente con las concepciones de objeto y de realidad características de la investigación naturalista, por lo que se convierte en fuente metodológica de generación de teoría.
El rasgo es captado por el investigador en sucesivas interpretaciones y re interpretaciones de los datos recogidos en el campo, en un proceso caracterizado por la simultaneidad de operaciones. El investigador naturalista analiza, categoriza e interpreta en actividades mentalmente inseparables, saltando de un proceso a otro para brindar sentido a las cosas que examina, ubicando cada elemento en el contexto y modificando este contexto según el sentido que va encontrando en los elementos. La dialéctica entre figura y fondo, rasgo y caso, es continua y permanente. El pasaje de los datos a la categorización, a la formación del concepto o categoría que emerge de los datos es abductivo, resultante de una propedéutica fenomenológica que inicia con el primer paso de la formulación de teoría.
El segundo paso, de categorización de los conceptos o partes en relación con el todo que se va configurando, integrando y reintegrando a las partes en el todo, aparenta ser, más que inductivo, también abductivo, si consideramos el “todo”, como la “Regla”, y la categoría, o concepto, como el rasgo.
Este proceso implica el inicio de la operación que nos permite, finalmente, la generación de la hipótesis interpretativa teórica: la analogía, que actúa como eslabón que une lo emergente con lo que aún está preexistente.
La analogía: la inferencia analógica pone en marcha o funcionamiento el proceso abductivo. Se caracteriza por la utilización como premisa de una proposición que afirma que el rasgo hallado evoca otro rasgo, de un caso perteneciente a otro fenómeno que nos resulta, por comparación, familiar. La semejanza nos conduce a la derivación: el nuevo rasgo se explica por una Regla que ya está implicada en el caso familiar. El rasgo anómalo pierde su condición de tal, en cuanto acude a la mente el caso análogo que soporta a la Regla, operando como embrión de una futura hipótesis abductiva. La regla, aportada por el caso análogo acota el campo de búsqueda, confiriéndole fundamentación práxica. Este pasaje indica no sólo el paso a una nueva inferencia, sino el traspaso a otra forma de representación, que incorpora lo experencial, icónico o enactivo, facilitando la creación de configuraciones de sensaciones vinculadas entre sí según semejanza material.
La analogía opera no sólo como resonancia de sensaciones, sino también en el mundo de los conceptos, como acto verbal de comparación entre nociones complejas, no perceptibles. Pertenece, por lo tanto, simultáneamente a dos planos: perceptual y conceptual, como evocación y como metáfora lingüística, que permite captar tanto las semejanzas como las diferencias. Esta propiedad nos permite iniciar la búsqueda de una nueva regla que contenga el caso, tomando como base la regla análoga, que es considerada un punto de partida, no de llegada. De esta manera, analogía y abducción se complementan: la analogía determina las condiciones de posibilidad de la hipótesis, no a la hipótesis misma, que es un producto abductivo, restringiendo el campo de búsqueda al contexto de significación pertinente.
Sintetizando: podemos decir que la analogía es una inferencia que nos permite ir de un todo orgánico conocido a otro todo, desconocido, gracias a la mediación de una semejanza de sus reglas de determinación. Va del caso conocido al desconocido mediante una semejanza estructural encontrada entre ambos, y de la regla implícita en el caso análogo a la regla hipotética que explica el nuevo caso: del caso conocido, al desconocido, gracias a la semejanza formal, y de la regla conocida, a una nueva regla, en un pasaje nominado “mutatis mutandi”.  Con ello da lugar a un nuevo hecho creativo, evitando reducir lo nuevo a lo viejo.
El uso de la analogía y de la abducción, combinadas y recombinadas, conduce, en la investigación cualitativa a la creación de modelos que pueden representar una estructura teórica que interprete el objeto. El proceso de interpretación de los datos relevados está fuertemente impregnado por estas dos operaciones, sustentado en la “fuerza estructurante” de la información recogida, en los valores, cultura y rutinas mentales preexistentes en el investigador naturalista, que se incorpora como elemento activo de la comprensión.
El desarrollo de las estructuras teóricas, basadas en los datos y que emergen de ellos, no es fruto del azar, sino consecuencia del tratamiento sistemático de las características de las dimensiones y objetos explorados, de la codificación y formulación de categorías conceptuales; es producto de la aplicación analógica y abductiva, que conducen al descubrimiento y validación de asociaciones entre acontecimientos, mediante la comparación de postulados y construcciones lógicas que emergen de los fenómenos, con otros ambientes o situaciones similares.
Conclusión
Si bien somos conscientes de que las diferentes clases de inferencia aplicadas en la búsqueda del conocimiento científico son empleadas combinada y entrecruzadamente por los investigadores, su discriminación a los fines de identificación de propiedades y posibilidades de aplicación resulta esclarecedora, ya que muestra cuáles son los recursos lógicos que subyacen en las prácticas cotidianas, a la vez que proporciona información acerca de la validez, confiabilidad o credibilidad que la utilización de esos instrumentos les confieren.
Particularmente, en el caso de la investigación cualitativa, se habla comúnmente de la utilización de la inducción en la mayor parte del proceso. El análisis de las operaciones realizadas orienta, más que a las inferencias inductivas propiamente dichas, al empleo de la categoría “inferencia no-deductiva”, incluyendo en ella a la abducción y la analogía.
Las operaciones lógico-epistemológicas utilizadas en el proceso de investigación, cualquiera sea el paradigma de inserción, no aparecen de forma aislada, sino como un sistema de inferencias que configura una red funcional, articulada y orgánica. Las diversas clases de inferencias se apoyan mutuamente, generando el conocimiento.
Su revisión revela una profunda combinación y recombinación de uso en la producción de saberes. No obstante, su frecuencia de utilización y prevalencia se manifiesta fuertemente de acuerdo al paradigma que sustente la investigación, a la clase de objeto que se modela y a la finalidad del conocimiento que persiga el investigador.
El análisis detallado de las operaciones realizadas durante los procesos de indagación revela que los métodos cualitativos de investigación privilegian operaciones no deductivas, como la analogía y la abducción, aunque en alguno de los momentos pueden llegar a aplicarse inferencias inductivas o deductivas en su sentido estricto. Las hipótesis y relaciones lógicas que se infieren están sustentadas por la validez axiomática atribuida a los enunciados hipotéticos, en tanto que la validez formal de estos razonamientos está sustentada en el valor de verdad asignado a la/las premisas, relacionadas entre sí, de modo que la conclusión no va más allá de lo que la información contenida en el sistema teórico garantiza.
Teniendo en cuenta lo enunciado puede pensarse que la formulación de teorías interpretativas emplea razonamientos deductivos, que se aplican al propio universo (interno) de discurso, ya que no intentan, en principio, traspasar al plano de universos de discurso diferentes.
Como la investigación cualitativa no pretende predecir, sino interpretar, la posibilidad de generalización de los resultados y validez formal de los mismos no está garantizada por la calidad de las inferencias lógicas que predominan en ella. Por lo mismo, no busca esencialmente la confiabilidad, sino la credibilidad y posibilidad de transferencia, también por analogía, a acontecimientos de índole similar.
Si se establece, además, el correlato entre la clase de operaciones lógicas utilizadas por la investigación naturalista y los procesos de enseñanza en clase, durante la cursada, vemos que favorecemos fundamentalmente la utilización de razonamientos analógicos y abductivos, incluyendo el uso de la deducción en el sentido precedentemente aludido.
La reflexión sobre estos aspectos ha contribuido a hacernos más conscientes que nunca de la cuestión de la formación de la matriz disciplinar, que incide ya desde los primeros pasos por los caminos del conocimiento, en la clase de operaciones inferenciales que aplicamos, aprendiendo, desde la práctica y lo no meditado o concientizado, a investigar de una determinada manera, empleando las operaciones lógicas aprehendidas como artefacto cultural, que refleja las nociones predominantes sobre qué entender como racionalidad científica en una comunidad determinada y en un momento dado.
Como se concibe al mundo de distintas maneras, y desde los primeros momentos de la formación, los investigadores han de emplear distintos métodos de investigación para explicarlo o comprenderlo. La elección y determinación de las inferencias privilegiadas dependerá, entonces de la opción por un tipo de método, que se halla irrevocablemente ligado a un tipo de paradigma, que le proporcionará los medios exclusivos y apropiados para escoger entre las operaciones que predominarán.
Bibliografía
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1 comentario:

  1. Muy interesante este artículo, escrito por la colega Gorodokin, ubicándonos epistemológicamente en los procesos inferenciales que aplicamos en el inicio y desarrollo de una investigación. Lo recomiendo a todos aquellos que no tengan claro cómo funciona en nuestra mente la producción de teoría para hacer inferencias en la investigación.

    Felicitciones IDA

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